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El miedo nunca fue virtuoso

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Sergio Enríquez L.

Mi hijo de 13 años me confesó que cuando pequeño tenía miedo de que el planeta fuera a ser impactado por un meteorito. Le advertí que desde que estoy en este mundo periódicamente hemos visto nuestros espíritus abrumados con algo que nunca ha ocurrido y que al menos en esta vida es altamente improbable que ocurra. Por supuesto, me miró con incredulidad.

A mi oficina llegan personas con dolor crónico que manifiestan tener miedo a la Quiropraxia de la cual saben poco o nada. También le temen a la discapacidad, a la cronificación de su condición y algunos, aunque parezca extraño, a mejorarse. Cargan con incertidumbres pues no es infrecuente que el trato de salud recibido haya tenido un tono catastrófico. Diagnósticos difíciles de asumir acompañados de comentarios más catastróficos, innecesarios y poco empáticos, que solo aumentan la autoridad de quien las emite y que generan temor  “a no saber si mejoraré”,  al “me dijo que envejecí prematuramente” y al deterioro progresivo.

Cuando les informo que parte del tratamiento es confiar en sus propias capacidades, la mayoría se permite creer en si mismos y la desconfianza pasa a ser un relato más de sus vidas. Logran avanzar. Quienes no, alcanzan un mejor manejo de su discapacidad, incluso con dolor, pero con menos miedo o sin él.

El miedo es gratuito. Está siempre disponible. Es un arma efectiva pues debilita. Es altamente contagioso. Ata y no libera. Usualmente es invisible. Es adictivo. Para quien esté familiarizado con el tema, es un alimento.

Hay miedos y miedos. Hay pavores. Hay hipocondría. Hay fobias. Hay miedos de anticipación, miedos preventivos, miedos reales y otros de riesgo vital. La etimología de la palabra es poco clara, exclusiva del Castellano y del Gallego-Portugués. No tiene homologación en ninguna otra lengua. Proviene del latín “metus”,  la misma raíz que meticuloso, quién es alguien temeroso o tímido que realiza las cosas con mucho cuidado por miedo a equivocarse.

Los últimos tres años fueron tremendos. Si el terremoto de 2010 en Chile, que con un poco más de dos meses de insistente machaca informativa en los medios acerca de las calamidades derivadas dejó a gran parte de la población con un estrés postraumático que costó resolver, durante la pandemia COVID19 estuvimos 1.100 días infoxicándonos día y noche con contagios, muertes, enfermedades asociadas, falta de camas, de ventiladores mecánicos y todo lo que ya conocemos. Un verdadero destilado de pánico. Un doctorado en miedo. Nadie puede soportar tanto sin dañarse y muchos no lo resistieron. Hoy psicólogos y psiquiatras tienen sus agendas a tope, por lo que, además del costo económico, es casi imposible conseguir una cita. Los niños y los adultos mayores fueron las principales víctimas.

La energía del miedo desarmoniza, altera el sistema eléctrico y la química del cuerpo. Disminuye las defensas, afecta el sistema inmune, al sistema endocrino, al sistema nervioso, predispone a los achaques y retarda la recuperación de las enfermedades.  Miedo es sinónimo de inflamación. Según este argumento partimos y terminamos mal la pandemia. Si deseaban cuidarnos, hicieron todo lo contrario pues el miedo fue el sistema operativo para conducirnos a que hiciéramos lo que se nos dijo. El oficialismo no atendió esta relevante variable ante la crisis. La medicina fue negligente y la desestimó. Para la salud pública fue invisible en su generación y en su expresión. La histeria se traspasó a los niños pues como adultos fuimos estúpidos y poco cuidadosos pues les enseñamos a temer sin entender por qué.

Los escondites que nos ofrecieron para el miedo fueron encerrarnos en nuestras casas y enmascararnos. Ambos exorcismos que hasta hoy,  y según estudios, no han demostrado haber sido de gran ayuda, sino todo lo contrario. Si nos manipularon o no con el miedo durante la pandemia, creo que la contingencia no fue desaprovechada. Que cada quien saque sus conclusiones.

Algunos piensan que el miedo es algo natural, espontáneo, necesario y propio de la vida de las personas. Otros especulan que, con el fin de controlar a la sociedad, existe una agenda oculta que se perpetúa y concreta a través de los “miedos de comunicación”.

Hay miedos atávicos y ancestrales. Nuestro cerebro es un órgano de supervivencia cuya función principal es permitirnos vivir para conservar la especie. Los cerebros más fuertes sobreviven, no los cuerpos más fuertes. Como tal, está diseñado para protegernos determinando que, como fenómeno adaptativo, sea un experto en acentuar lo negativo de la existencia. Esto implicaría que fija con mayor intensidad aspectos o situaciones que pudieran ser amenazantes dejándolos en las primeras capas de funcionamiento para resolverlas y seguir viviendo. Según esto, se podría argumentar que somos negativos, desconfiados y pesimistas por naturaleza. Pero tampoco lo somos tanto.

Hay que admitir que en su justa medida el miedo es necesario pero que en exceso y mal manejado puede enfermar e incluso matar. Posiblemente eso explique el porqué vivimos en una cultura que, aunque lo rechaza, convive con el miedo; con frecuencia de manera invisible.

Miedo preventivo

Sin duda que usar un chaleco salvavidas es sensato, por mucho que el temor a morir ahogado implique ser pesimista por anticipar una tragedia que probablemente no ocurrirá. El dicho: más vale prevenir que lamentar, es muy cierto.

La prevención puede ser interpretada como una sofisticada y perversa solución ante el miedo. El miedo vende y estamos entrenados para comprar nuestro antídoto.

El miedo a perder la vida y a enfermar tienen su origen en la creencia de que la naturaleza humana es extremadamente frágil y que intempestivamente, a causa de algún desarreglo, nuestro cuerpo nos dejará en panne. Entonces, si no nos controlamos oportunamente desarrollaremos alguna enfermedad catastrófica ( esa palabra gusta mucho en el medio).

Conozco personas a las que cuando les duele algo se pregunta ¿tendré cáncer?. Posiblemente, en su mente, hayan tenido cáncer muchas veces. De allí el ejercicio de ahuyentarlo con la preventiva consulta al odontólogo, al ginecólogo, al cardiólogo, al diabetólogo o al especialista de rigor, con sus respectivas imágenes y  exámenes de laboratorio, donde se nos insiste, como si de un evangelio se tratara, de acudir periódicamente porque en cualquier momento esto se descontrola, muy a pesar del tratamiento, pues el defectuoso siempre es uno y no hay nada que hacer al respecto. Con menos ciencia encima, la ruta de las terapias alternativas promete el mismo afán preventivo.

Por supuesto, que esta ironía no desestima que el cáncer u otras enfermedades existan, como tampoco la utilidad de bien cuidarse. No se me malinterprete, que en el fondo estoy a favor de la prevención, pero no así en su forma.  Esa forma de prevenir en base a aterrorizar con las posibles consecuencias o potenciales daños, secuelas o problemas si no se hace lo indicado.  Una educación basada en la premisa quijotesca de que “la letra con sangre entra”, y agregaría, que con imágenes espeluznantes también. Sin duda que hay personas tercas,  pero no son la mayoría. Una mejor forma de prevenir es brindando posibilidades. Por ejemplo, hace tan solo cinco años que la medicina alopática organizada de occidente le está dando relevancia a la alimentación como fuente de inflamación y otorgándole importancia como tratamiento de enfermedades. La alimentación ayuda tanto o más que los medicamentos. Una mejor prevención y sin miedo.

La prevención en salud existe bajo la premisa que: “un sujeto sano es un enfermo que no sabe que lo está”, cuya mejor expresión la vimos cuando nos dijeron de personas asintomáticas que contagiaban. ¡Vaya estupidez!. Por miedo la creímos, como muchas otras que aún sobreviven y que todavía forman parte del discurso oficial.

La cultura Quiropráctica preconiza el acudir periódicamente al quiropráctico para un ajuste aunque no hayan síntomas asociados, ya que se podrían estar gestando desbalances de los cuales no somos conscientes, por lo cual siempre es bueno acudir a un ajuste semanal o mensual. Un buen argumento ¿no?

La economía también se basa en el negocio del miedo y en su mitigación. ¿Cómo?: los seguros. Seguro de vida, de salud, automotriz, contra incendio, terremoto o para lo que sea.Seguros Y por sobre todos ellos,  como epítomes del sistema, los fondos de pensión y las Isapres. ¿O hay otra explicación para su existencia?. El negocio del miedo puro y duro.

Bloqueadores solares, dentífricos, sal de mesa especial, el nicho en el cementerio, la criogénesis, la industria cosmética, la industria de la seguridad, los productos light, vitaminas, jugos detox y minerales, medicamentos que no curan pero mantienen la enfermedad, es decir, todo relacionado con la incertidumbre o la protección ante un desafortunado devenir. 

Prácticas como la confesión, acudir a un gimnasio,  hacer deportes y vida sana, veganismo, ecologismo, el uso de anticonceptivos y las supersticiones nos protegen y prometen alejarnos de nuestros miedos.

En la cultura y el entretenimiento basta observar la parrilla programática de las plataformas de streaming y  de los videojuegos para darnos cuenta que pagamos por miedo.

El miedo es parte argumental de muchas leyes, especialmente en los últimos años, que ante problemas reales o potenciales, son promulgadas para protegernos. El hecho de que puedan restringir derechos y libertades es un pelo de la cola, secundario, pues si son diseñadas para salvarnos del caos, de la delincuencia o de cualquier crisis que nos espante, las aplaudiremos. Por miedo podemos fácilmente firmar un cheque en blanco e hipotecar nuestras libertades, derechos y el futuro de nuestros hijos. Nuestros políticos lo saben muy bien.

Miedo anticipatorio

La mayoría de los miedos son instalados, aquellos ajenos a nosotros, de origen externo. Los miedos anticipatorios en su mayoría son aprendidos, reforzados o  apostados en nuestra psique, y tienen su origen en discursos mentales recurrentes, expectativas, incertidumbres o temores compartidos, traspasados por tradición familiar, educación, estilos de vida, condición étnica, religiosa o por ingeniería social a través de documentales, revistas, propaganda, dibujos animados y canciones. Podría decirse que desde nuestra más tierna infancia somos adoctrinados en el miedo.

Sufrimos gratis pues por definición no existen. Quienes vivieron los 80`s recordarán la guerra fría y el miedo al botón rojo, a la reducción de la capa de ozono, al derretimiento de los polos o a la era glacial, a las tormentas solares, a la inclinación del planeta, a la salida de su eje, al SIDA, al meteorito de mi hijo y tantos otros con los que nos drenaron gota a gota.

Un clásico de los hipocondríacos, además del cáncer, es morir por una enfermedad descontrolada, extraña y contagiosa. ¿Eres de los míos?

Crecemos rodeados de creencias y tradiciones cuyo sistema operativo es el miedo anticipatorio. Miedo que en realidad no existe pues en su mayoría son posibilidades y probabilidades que se instalan en nuestra mente ante una incertidumbre como producto de información perturbadora que se introduce en nuestra vida. 

Muchas creencias tienen como base un miedo implícito que se debe asumir pues opera en una suerte de simbiosis, una no existe sin la otra. No es casual que muchos de nuestros miedos anticipatorios se repitan a diario en la prensa y en las redes sociales a fin de convencernos que son reales. 

Un clásico :El ministerio informa que el % de contagios de la enfermedad A ha bajado, pero estima que es muy probable que en pocas semanas la enfermedad B aumente, por lo que no se relaje mucho”. Claro, es factible que las enfermedades ocurran, de hecho la gente se enferma y muere por las causas de nuestros miedos, pero no todo lo que imaginamos o lo que nos dicen que ocurrirá, finalmente ocurre. ¿Que sucedería si recibiéramos la misma perseverancia de la prensa con información amable y constructiva?

Es posible que los administradores del miedo también teman. Teman ser descubiertos. A que dejemos de temer. No se explica de otra manera la implementación de los sistemas de censura y de control para mantener el hechizo, bajo el argumento de que la desinformación le hace mal al sistema. Hemos llegado a un tiempo en el que en algunos círculos, por miedo, se hace conveniente no hablar ni debatir ciertos temas pues el temor a la censura, el despido, la burla o la cancelación se asentó con fuerza. Incluso esto que lees podrá ser tomado en un futuro como desinformación, porque todo lo que elimine el miedo lo será. Que miedo.

Juguemos

Te invito a jugar, a mirar en el espejo de los miedos y ver si algunos te calzan. Algunos miedos pueden  ser pasajeros mientras que otros se quedaron impregnados. Los aprendiste de tus padres, amigos, profesores, familiares. Algunos te mueven a funcionar en la vida y otros te inmovilizan. Con algunos puedes hacer algo y con otros requieres ayuda especial para superarlos. Otros no se podrán o no querrás superarlos pues es posible que puedan explicarte la vida, justificarla o estabilizarla, por lo que dejarlos allí, a pesar que molesten, puede ser una buena idea por ahora. Tú sabrás.

Veamos algunos. Sin miedo. Juega a identificar cuántos de ellos son instalados o anticipatorios. Podrás identificar algunas fobias, y esas requieren otro tratamiento. Sin juicios morales ni criticas ni vergüenza, pues los miedos son de cada uno y por ello respetables. Juega a completar la lista en los comentarios.

Cultura del Miedo:
• Al castigo divino
• Temor a Dios
• A morir. Ya sea solo a morir o a morir de maneras específicas
• A ir al infierno ( a alguno de los 9 de Dante)
• A perder la familia
• A perder el amor
• A la guerra
• A conducir
• A espacios cerrados o abiertos
• A perder el trabajo
• A perder la salud
• A perder la memoria
• A perder la juventud
• Al crimen
• A los animales
• A los insectos
• A la altura
• A la soledad
• A la pobreza
• A cometer errores o a equivocarse
• A hablar estupideces
• A un accidente
• A las agujas
• A la tortura
• A la inmunización
• A las cirugías
• A la anestesia
• A la energía nuclear
• A la brujería
• A la sociedad
• A las redes sociales
• Al sometimiento
• A hablar en público
• A exponerse ante otros
• A volar
• A dormir
• A la resistencia antibiótica
• Al 5G
• A los video juegos
• A los alimentos transgénicos
• A la inteligencia artificial
• A la inteligencia humana
• A la oscuridad
• A la pérdida de libertades
• Al derretimiento de la Antártica
• A la llegada de un meteorito
• Al agujero negro que nos devorará en 1.000.000.000 de años
• A la supernova que estallará en 500.000.000 años
• A una guerra atómica
• A las plagas
• Al dengue
• Al ébola
• Al COVID – 26
• Al ántrax
• Al terrorismo
• Al extremismo político
• A los payasos o las marionetas
• A la invasión extraterrestre
• A las abducciones
• A la contaminación de las aguas, del aire, de los alimentos, etc
• Al cambio climático
• A la pandemia del año.
• Al agujero en la capa de ozono
• A los temblores
•  A los chemtrails 
• A la agenda 2030
• A la izquierda
• A la derecha
• Al centro
• Al abuso infantil
• Al VIH
• Al apocalipsis Zombi
• Al crush económico
• Al miedo
• A los fantasmas y a lo sobrenatural
• A los monstruos
• A las leyendas chilotas
• A las sociedades secretas

Hay otros miedos que podrían parecer irracionales, aunque soy legítimos, frecuentes y válidos.
• Miedo a la vida
• Miedo a ser feliz
• Miedo al éxito
• Miedo al amor
• Miedo a la paternidad/ maternidad
• Miedo a la salud: ¿qué haré cuando mejore?

Algunos antídotos para el miedo

Sin lugar a dudas que estamos viviendo un momento histórico en el cual la manipulación mediática del miedo da miedo, pues está siendo muy efectiva. Habría que ser ingenuo para no admitir que trae aparejado dividendos políticos, económicos, culturales y religiosos. Algo tenemos que hacer. Si te quitas un gramo de miedo ya avanzaste mucho. ¿Qué tal un kilo?.

El primer paso para el crecimiento y desarrollo personal es vencer el miedo.

1. Es sano enfrentar al miedo. Es nocivo negarlo o acumularlo. Siempre es mejor abrirse a los miedos y reconocerlos. Conversar sobre los miedos con alguien con comodidad ayuda mucho. Confrontar los propios con los de los demás. Incluso poder burlarse de ellos. Como aquí.

2. Nuestro cerebro funciona en positivo. Todo lo que uno niega, el cerebro lo interpreta como positivo. Es decir, pensar en lo que deseas que no ocurra en tu vida, en tu cerebro ocurre y así lo proyecta. Si piensas en perder entonces prepárate. Mejor piensa lo que si quieres que te ocurra, y prepárate.

3. En general, el 97% de lo que pensamos que ocurrirá de manera negativa en nuestra vida nunca ocurre, por lo que vivir pensando en lo malo que podría pasarte en el futuro no tiene caso. Al menos desde el punto de vista estadístico. Así es, el miedo por anticipación no sirve de mucho pues solo tiene un 3% de oportunidades para ser efectivo. Ese es un excelente argumento para la vida.

4. Otro antídoto que podrás encontrar es el amor. ¿Cómo se logra y se ejercita ese antídoto?. Eso es asunto de cada uno. El amor, en cualquier forma y expresión, es bueno.

5. Para algunos resulta efectivo cambiar el lenguaje en torno a los miedos. Hay personas que como respuesta estándar a cualquier cosa que les ocurre brindan un ” ay, que miedo”,  tal como el personaje de 31 minutos “Pato tengo miedo”. Dejar de repetir expresiones terribles ante algo trivial ayuda a la neurología pues construye carreteras sinápticas más positivas.  Puede sonar soso pero si adviertes esto te darás cuenta de la importancia del lenguaje.

6. El miedo colectivo es el peor de todos. A nivel personal, el propio cerebro puede modular respuestas eficientes para mejorar las posibilidades de supervivencia. Colectivamente, cuando las mentes de las personas se sienten abrumadas con la tarea de mantenerse con vida, pueden fallar en hacer exactamente eso. Estar atento a lo que representa una amenaza en la vida y hacer algo al respecto o no hacerlo no implica necesariamente enfrentarla con miedo. Valga mencionar que para ello hay que entrenar. En resumen, piensa por ti mismo/a, que tus actuaciones ante situaciones amenazantes sean el producto de tu personal e individual responsabilidad evitando en lo posible seguir la frenética carrera de la majada porque con seguridad te equivocarás.

7. La apatía. Un antídoto al miedo es la apatía, que consiste en minimizar las amenazas o los efectos de situaciones que vulneran la vida, la salud o el bienestar.  A algunas personas les resulta más útil normalizar el miedo y negarlo bajo el argumento de ¿que se puede hacer al respecto si escapa a mis posibilidades?. Al final es meter la basura debajo de la alfombra. Si te sirve. Bien.

8. Otra posibilidad es la práctica del estoicismo. Equivale a entrenar el músculo de la  voluntad, la ecuanimidad, el aguante, la entereza y la imperturbabilidad. Posiblemente sea lo más difícil pero nadie dijo que era fácil. Son verdader@s guerrer@s quienes se aventuran a ello.

9. Para las fobias e hipocondría, si te impiden vivir bien, pide ayuda especializada.

10. Deja de alimentarte con miedo. Películas, series, libros, historias de terceros, prensa, redes sociales. Piensa, reflexiona y verifica que intención hay detrás de la noticia. Más aún si es un miedo anticipatorio. Ahora podrás reconocerlo y sabrás que la probabilidad de ocurrencia es baja, salvo que tengas una bola de cristal para el futuro o seas generador de la noticia. Por ejemplo, el agujero negro que nos devorará en 10.000 años, la velocidad de rotación del planeta o la amenaza de una nueva pandemia. ¿Como verificar eso? ¿Quién puede asegurar que eso es verdad?  Y si ocurre, bueno, habrá que resolver cuando ocurra. Nada más.

11. Informate independientemente. La ignorancia es la madre de todos los miedos.

Indudablemente algo que nuestros hijos aprenden y asimilan son nuestros miedos. ¿Aprenderán de igual forma acerca de nuestra valentía? Con el miedo suele ocurrir algo similar que con la vergüenza, cuesta relacionarse profundamente con personas que viven con ellos. 

Mira hacia donde nos condujo la preocupación de mi hijo.

Hasta aquí llego. La invitación era a sacudirse el miedo para mejorar nuestra salud, ya que un alto porcentaje de lo que funciona a la hora de querer recuperarse y evitar la enfermedad es hacerlo con confianza y alegría.

Recuerda: la realidad funciona creando lo que piensas, sea bueno o no para ti. Si piensas en negativo y te repites diariamente, como Pato tengo miedo, lo que NO quieres que te ocurra, en lugar de lo que SI quieres que te ocurra, entonces, ocurrirá lo que pienses.

“Ten cuidado con lo que deseas , porque se te puede cumplir”. Garantizado

 

One comment on “El miedo nunca fue virtuoso

  1. Excelente texto, Sergio!
    Ademas de excelente quiropráctico, eres un gran filifoso!

    Me gustó la noción de “miedos de comunicación

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