Experto
Por asuntos de salud fui a un experto.
Era un individuo que, según su anuncio sabía mucho, y con esa mirada seria que suelen tener los expertos me retó por que traía ese problema por tanto tiempo. Con palabras rebuscadas me indicó lo que tenía que hacer. Me aconsejó severamente sobre el rumbo que debía tomar si deseaba tener la solución a mi inquietud. Le tomó poco tiempo hacerse de mi problema y , a pesar de su severidad, a nada se comprometió .
Como la solución era algo costosa, le pregunté, sólo por curiosidad, que qué sucedía si no seguía sus instrucciones. Inquiriendo mentalmente sobre quien era yo para realizar esa pregunta, como hurgando mi ADN, me miró fulminante. Al parecer le ofendió que por un tema de costos pusiera en duda su autoridad. Cambió su tono conmigo y manifestó corporalmente su necesidad de concluir nuestra reunión no sin antes enfatizar que el incumplimiento traería consecuencias desastrosas dado los muchos riesgos que corría de no hacer lo que él me indicaba.
En mi confusión acudí a otro experto, según me indicaron más eminente que el anterior. Este, algo más amable, con mejores argumentos y acompañado de una mueca condescendiente, me advirtió que lo planteado por su colega era relativo. Me hizo entender que no confiara en cualquier experto de por ahí, ya que además de peligroso, era una pérdida de tiempo. Recordé a ese gásfiter que, con cara de compasión por uno, pregunta ¿ pero, y quien le hizo este trabajo?. Me sugirió una alternativa aún más costosa. En su opinión había que ser más radicales.
En fin, quedé igual.
Entonces, visité a un tercero, pero esta vez acudí al profesor de los otros dos quien para mi sorpresa no era mucho mayor que sus colegas.
Le plantee el problema. Me miró detenidamente y elegantemente concordó con los otros en sus juicios, salvo que me dispensó el doble de tiempo en comentar y escudriñar mi problemática desde otras vertientes, no tenía esa mirada de experto, no me trató como un imbécil o como si tuviera un tercio de mi edad. Inquisidor le pregunté que que sucedía si no seguía sus instrucciones y me dijo que no había problema ya que tarde o temprano terminaría haciendo lo propio, con él o con otro, con mayor o menor costo. Que me tomara mi tiempo ya que el problema era mi responsabilidad y que yo sabría muy bien cuando poner el punto sobre las ies.
Mi mejor experto se dirigió a lo simple, fue cercano, no tuvo miedo de confrontar su autoridad con mis dudas, no entró en competencias con sus pares, asumió un rol de informador/educador, no me reprendió por traer esa problemática, me otorgó libre albedrío, no me fidelizó con el discurso del miedo , me hizo reflexionar con preguntas “touché” y me acopasó en las respuestas.
Adivine con quien me quedé.
Creo que con el profesor ….!!!
Fue más cauto y como profesor te dio las pautas con más tranquilidad !
Por supuesto que con el profe
Gracias Checo… ojala te hayas quedado con el profesor…… me ha pasado varias veces esto… que voy a un experto, sobre todo en los centros de salud gigantes… y apenas te dan 10 minutos y una serie de examenes etc etc,,, y remedios carisimos…. terminé por mantenerme sana con una experta en mi salud completa, fisica, emocional, espiritual y mental….