Ubicación
Av. Providencia 1939 Oficina 61-B
WhatsApp
+ (56) 9 -61590395
Envía un Mensaje
info@quirointegrativa.cl
Horario de Atención
Lun - Viernes: 17:30 - 20:00

Aspartamo: vida ligth con consecuencias amargas.

¿Qué ocurriría si algunos deterioros que usted percibe en su salud dependieran del consumo de aspartamo? 

  • El  consumo de aspartamo no es sano, puede aumentar el riesgo de cáncer. Su efecto es acumulativo en el tiempo. Es especialmente peligroso en pacientes diabéticos, pues este ingrediente eleva los niveles de azúcar de la sangre. 

  • Usted puede ser sensible al aspartamo. Dichas reacciones de sensibilidad incluyen dolores de cabeza, visión nublada, pérdida de sensibilidad y de oído, dolores musculares, ataques de tipo epiléptico, entumecimiento de las extremidades, síntomas parecidos a la esclerosis múltiple y al lupus, excitabilidad, disfunción hepática, pérdida de la memoria, conducta agresiva, convulsiones, daños visuales y degeneración neurológica mayor, cáncer cerebral o alzhéimer.

  • Un informe del SERNAC establece que “Los efectos secundarios comunes reportados por el consumo de aspartame incluyen mareos, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales y los cambios del estado de ánimo.” Tiene que leer las etiquetas de todos los alimentos envasados, sobre todo si  usted es una de los millones de personas sensibles al aspartamo. 

  • Lo encuentra en alimentos secos, bebidas carbonatadas, jugos en polvo, yogur y leche. En el café y té instantáneos. Lo encontrará también en refrescos light, copos de avena instantáneos, chicles sin azúcar, caramelos, aguas aromatizadas, mezclas de chocolate caliente, pudding, aliños para ensaladas, helados, vitaminas infantiles y miles de productos más. Diga no a esos paquetitos de los restaurantes. El aspartamo se comercializa con los nombres de “NutraSweet”, “Equal” ,”Spoonful” y “Splenda” en los edulcorante de mesa y otros.

  • Como el aspartamo está presente en un gran número de alimentos y es difícil evitarlo. La mejor forma de hacerlo es leyendo el etiquetado de los productos que compra y suprimir aquellos donde aparece mencionado como Aspartamo o bajo la nomenclatura E-951.

  • En el etiquetado lo destacan con negritas pues es “potencialmente dañino” y le dejan a usted la decisión de asumir el riesgo de consumirlo. Tenga en cuenta que lo “potencialmente dañino” es cáncer y/o daño cerebral.

  • El consumo de aspartamo en base a 40 mg/kg de peso corporal diario ( según lo permitido en Chile) puede producir deterioro congnitivo severo.

  • En sustitución puede utillizarse la stevia, un edulcorante natural a base de las hojas de una planta nativa de América del Sur. Lo conveniente es consumir la stevia verde menos procesada y no la forma de polvo blanco. La miel y el xilitol son otras buenas opciones naturales.

  • La historia del aspartamo es una historia desconocida construída con patrones de conflictos de interés y corrupción conocidos y con consecuencias amargas. El dinero versus la salud.

  • Luego de conocer esto ¿seguirá consumiendo aspartamo? ¿permitirá que sus niños lo hagan?. Se sorprenderá cuando al dejar de consumirlos su calidad de vida mejore y algunos de sus síntomas desaparezcan.

  • Lea la interesante historia del Aspartamo a continuación. Verdaderamente sorprendente e ilustrativa de como opera el mercado del alimento.


La controversia del Aspartamo de 1981. La verdad oculta tras el edulcorante artificial no tan dulce

Artículo original en inglés

Por Morgan Sykes*

Noventa y ocho de 196 ratones bebés murieron tras la exposición al aspartamo en una investigación de la Food and Drug Administration 1977. Los resultados, publicados en un documento conocido como Informe Bressler, revelaban estos hallazgos de la FDA, así como numerosos otros datos preocupantes presentados a la FDA por el principal productor de aspartamo, G. D. Searle & Company. Sorprendentemente, tan sólo cuatro años después, la FDA aprobó el aspartamo en el Reino Unido.
Años después, la FDA aprobó el aspartamo para consumo humano en alimentos secos, y dos años después autorizó su uso en bebidas carbonatadas.

Así, al día de hoy, cada vez que alguien consume un refresco light, está introduciendo esta sustancia química potencialmente tóxica en su organismo.

Durante las décadas siguientes, el uso de edulcorantes artificiales, especialmente el aspartamo, siguió siendo motivo de preocupación. Sustancias más dulces que el azúcar y con pocas o ninguna caloría, pero, desgraciadamente, muchos efectos secundarios dañinos empañaron la reputación de estas sustancias químicas. Aunque la FDA restringió estos edulcorantes a lo largo de los años, el aspartamo sigue siendo uno de los aditivos alimentarios más utilizados desde 1983. Sorprendentemente personas desconocen los efectos potencialmente nocivos a largo plazo a largo plazo, tanto en animales como en humanos.

En las últimas décadas se ha escrito mucho sobre el aspartamo y sus efectos sobre la salud. Los periódicos realizaron entrevistas y emprendieron investigaciones relacionadas con las posibles consecuencias perjudiciales. Las revistas académicas analizaron a fondo el contenido y la composición química de la sustancia y se completaron numerosos estudios que registraron los efectos del aspartamo en animales. Por ejemplo, en 1993 el Dr. Morando Soffritti realizó el estudio Ramazzini con 1.800 ratas durante un periodo de treinta y seis meses.

El científico italiano controló a los roedores durante tres años en lugar de dos para simular mejor la edad correspondiente a la que se desarrolla el cáncer en la mayoría de los seres humanos. Sus hallazgos incluyeron muchos casos de leucemia, linfoma y cáncer de riñón, lo que subraya aún más los peligros potenciales del aspartamo.

Autores anteriores se han centrado en el contenido del químico y testimonios personales relacionados con su uso. Sweet Poison, de Janet Starr Hull, expone las experiencias personales de la autora con el aspartamo y el impacto negativo que tuvo en su vida. Sus síntomas incluían fuertes dolores de cabeza, problemas de visión y náuseas  habituales. Muchas personas afectadas por el aspartamo se ofrecen a compartir sus historias, y los artículos de prensa cuestionan a menudo la seguridad del aditivo. Empty Pleasures: De la sacarina a Splenda, de Carolyn de la Pena, ilustra la evolución de los edulcorantes artificiales, sus efectos en el cuerpo humano y la historia del uso de sustitutos del azúcar en Estados Unidos.

Carolyn de la Pena, autora de Empty Pleasures: The Story of Artificial Sweetners From Saccharin to Splenda explica que cuando el cuerpo percibe los edulcorantes artificiales como si fueran azúcar, la falta de calorías y energía le hace sentirse vacío y le provoca más ansia por comer. Esta falta de satisfacción anula el propósito de consumir alimentos bajos en calorías. En este artículo, explora no sólo el historial publicado sobre la seguridad y toxicidad del aspartamo, sino también las razones por las que esta sustancia química potencialmente peligrosa sigue siendo legal hoy en día. Sus hallazgos incluyeron muchos casos de leucemia, linfoma y cáncer de riñón, lo que subraya aún más los peligros potenciales del aspartamo. Autores anteriores se han centrado en el contenido del medicamento y testimonios personales relacionados con su uso.

La considerable cantidad de pruebas relativas a los peligros del aspartamo podría llevarnos a la conclusión de que existe una prohibición de la FDA sobre esta sustancia. Sin embargo, yo sostengo que la corrupción en el seno del gobierno y de las grandes empresas condujo a la aprobación del aspartamo por parte de la FDA. Las pruebas de corrupción encontradas en documentos gubernamentales, juicios, periódicos y revistas académicas forman una sólida base de hechos que apoyan estas afirmaciones.

El propósito de esta investigación es analizar la validez de las aprobaciones de la FDA e investigar más a fondo los efectos secundarios del aspartamo. Mientras que algunos consumidores son conscientes de las posibles consecuencias de este edulcorante artificial, otros no lo saben. de este edulcorante artificial, otros desconocen los problemas. Entender mejor por qué se aprobó inicialmente esta sustancia química puede aumentar la conciencia sobre los problemas alimentarios en general y, con suerte, hacer que los consumidores examinen con lupa los ingredientes de sus alimentos. A medida que aumenta la tecnología, nuestra sociedad da menos importancia a la seguridad alimentaria y confía ciegamente en la FDA. Hoy en día, la mayoría de la gente confía más en la sencillez y la comodidad de los alimentos que en saber de dónde proceden y qué contienen realmente.

Aunque se han realizado numerosos estudios que documentan resultados negativos sobre los efectos del aspartamo, el edulcorante sigue siendo legal, en parte debido al poder político de las empresas que lo fabrican. En 1981, Ronald Reagan, con la ayuda de miembros de su equipo de transición, entre ellos el director general de G. D. Searle, Donald Rumsfeld, nombró al Dr. Arthur Hull Hayes Jr. nuevo comisario de la FDA. Apenas unas semanas después, Rumsfeld presentó una reevaluación del aspartamo y Hayes, haciendo caso omiso de las recomendaciones de varios médicos, lo aprobó.

Este artículo argumenta que los numerosos conflictos de intereses dentro del gobierno y las grandes empresas permitieron que el aspartamo fuera aprobado para el consumo humano incluso cuando se demostró que era cancerígeno y causante de otros efectos secundarios nocivos en animales. Rumsfeld pudo utilizar su poder político y sus conexiones en Washington para influir en decisiones clave de la FDA a principios de los años ochenta.

Sacarina: el edulcorante artificial original
La saga de los edulcorantes artificiales comenzó con el descubrimiento accidental de la sacarina en 1879. Aunque los científicos estaban intrigados, la popularidad de este edulcorante no llegó al público hasta la escasez de azúcar de la Primera Guerra Mundial. A medida que la sacarina ganaba popularidad, su éxito animó a otros fabricantes a crear más edulcorantes artificiales. En 1951, el ciclamato fue aprobado como aditivo alimentario y la combinación de ciclamato y sacarina se convirtió en el sustituto del azúcar más popular del país. Esta combinación, que contenía muchas menos calorías y costaba una décima parte que el azúcar puro, atrajo inmediatamente la atención de los fabricantes. Sweet’N Low se creó en 1957 e inmediatamente se anunció como una sustancia que ayudaría a las “señoras a mantener su figura femenina”. Durante la década siguiente, el ciclamato y la sacarina siguieron prosperando a medida que se producían los primeros refrescos dietéticos. Se observaron problemas de salud, pero se ignoraron hasta que la Ley de Alimentos y Medicamentos Puros obligó a la FDA a prohibir temporalmente la sacarina tras documentarse y exponerse su relación con el cáncer. 

En 1977, un estudio canadiense llamó la atención sobre la sacarina, ya que sus resultados mostraban una cantidad abrumadora de cáncer de vejiga en ratas de laboratorio Charles River como resultado de la ingesta de sacarina. Tras esta investigación, el gobierno canadiense decidió prohibir la sacarina. Los resultados del estudio también hicieron que la FDA tomara nota y propusiera la prohibición de la sacarina. Aunque hubo mucha oposición pública, la FDA tenía las manos atadas debido a la Cláusula Delaney de la Enmienda sobre Aditivos Alimentarios de 1958. Esta cláusula declara que si se ha descubierto que una sustancia química provoca cáncer en los animales, no puede utilizarse como aditivo alimentario. Para sorpresa de la FDA, las protestas del público, sobre todo de la comunidad diabética, hicieron que el Congreso pospusiera la prohibición hasta que pudiera debatir más a fondo el producto.

Con tanta oposición pública, el Congreso decidió aplazar la prohibición de la sacarina hasta que pudieran realizarse más pruebas. Aunque se pospuso la prohibición, el Congreso aprobó la Ley de Estudio y Etiquetado de la Sacarina, que exigía que todos los productos que contuvieran sacarina incluyeran una etiqueta de advertencia, declarando que el producto era carcinógeno en animales.

En 1981, a pesar de estas precauciones, el Programa Nacional de Toxicología describió la sacarina como “un carcinógeno humano razonablemente anticipado, basado en pruebas suficientes de carcinogenicidad en animales” Con las etiquetas ominosas, la sacarina perdió gran parte de su popularidad en los Estados Unidos.
Para G. D. Searle, esta prohibición marcó el comienzo de una oportunidad de oro para hacerse con el control del mercado de los edulcorantes artificiales con su nuevo producto, el aspartamo.

Un descubrimiento accidental conduce a una mina de oro
En diciembre de 1965, James Schlatter descubrió involuntariamente el aspartamo y su empresa, G. D. Searle, comenzó inmediatamente a probar el producto químico con la esperanza de tener éxito. El aspartamo es un polvo inodoro compuesto por dos aminoácidos, el ácido L-aspártico y la L-fenilalanina, y se descubrió que era ciento ochenta veces más dulce que el azúcar, con pocas calorías. Aunque el aspartamo no era tan dulce como su antiguo competidor, la sacarina, sus creadores esperaban comercializarlo como una alternativa más segura. G. D. Searle publicó sus descubrimientos en la revista Science Magazine en 1970. Mientras otros sustitutos del azúcar eran analizados por su relación con el cáncer, Searle quería que se aprobara el aspartamo para poder entrar en este mercado competitivo y lucrativo. Un memorándum escrito en la empresa explicaba su estrategia para conseguir la aprobación del aspartamo: “La filosofía básica de nuestro acercamiento a los alimentos y los medicamentos debe ser intentar que digan ‘Sí’,… esto también ayudaría a llevarlos a un espíritu subconsciente de participación”.

G. D. Searle solicitó la primera aprobación del aspartamo por parte de la FDA el 5 de marzo de 1973, y la Dra. Martha M. Freeman, de la División de Productos Farmacéuticos Metabólicos y Endocrinos de la FDA, no quedó impresionada. En un memorándum de la FDA, expresó su preocupación por los estudios realizados, especialmente los de dosis única. Según la Dra. Freeman, los resultados de las pruebas de dosis única no podían generar predicciones precisas del consumo regular. Freeman concluyó que la información presentada constituía una prueba insuficiente de la seguridad clínica. En 1974, la FDA rechazó la recomendación de Freeman y aprobó el uso del aspartamo en alimentos secos.  Aunque la FDA encontró muchas irregularidades en los descuidados informes de G. D. Searle, la aprobación se concedió basándose en una presunción de seguridad, ya que la composición química del aspartamo incluía dos aminoácidos naturales que se encuentran en el cuerpo humano. Incluso con ingredientes naturales, no todo el mundo estaba convencido de la seguridad del nuevo sustituto del azúcar. La simple suposición de seguridad sin pruebas científicas no era prueba suficiente para muchos médicos. El neurocientífico Dr. John Olney y el abogado de los consumidores James Turner quedaron consternados por la aprobación y presentaron inmediatamente una objeción formal a la autorización. El Dr. Olney había dedicado su vida a la investigación de daños cerebrales tras licenciarse en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington. Turner representaba a empresas y consumidores en casos relacionados con la normativa alimentaria, farmacéutica, sanitaria y medioambiental. Trabajando juntos, se opusieron firmemente a la autorización del aspartamo para su uso en alimentos secos y exigieron una apelación.

Al Dr. Olney y a Turner les preocupaba especialmente el potencial del aspartamo para causar daños cerebrales y otros efectos nocivos en los niños. Consideraban que no se habían realizado investigaciones significativas en ninguno de esos campos. Sin pruebas indiscutibles de seguridad, estos especialistas no se sentían cómodos con la comercialización de este producto. Aunque la FDA encontró discrepancias en los estudios, llegó a la conclusión de que los problemas no constituían una causa suficiente para anular los resultados de seguridad.

En 1977, el aspartamo se retiró del mercado hasta que finalizó una investigación de la FDA que cuestionaba los resultados de seguridad documentados en los estudios de G. D. Searle. Richard Merrill, consejero jefe de la FDA, sugirió que se nombrara un gran jurado para investigar más a fondo el turbio pasado de la empresa. La unidad de la FDA empezó a examinar quince estudios: nueve se consideraron cruciales, los objetores sugirieron tres y los tres últimos se eligieron al azar. Un tema común entre los estudios era la falta de control de calidad. La investigación no fue uniformemente realizada y revisada, causando que los datos fueran extremadamente inconsistentes e imprecisos. Los métodos de alimentación de las ratas de laboratorio implicaban servir muestras no homogéneas en las que el aspartamo no estaba disuelto en la comida y podía ser separado y evitado por los sujetos. Como la muestra de comida no era homogénea, las ratas comían a menudo alrededor del aspartamo, lo que sesgaba los resultados. Otro problema observado en los datos fue la falta de muestras de tejido perdidas durante la autolisis. La omisión de datos en la investigación es una señal de alarma inmediata, incluso cuando no se pueden determinar los resultados de los hallazgos que faltan. Por último, en un estudio se afirmaba que un investigador había realizado 329 exámenes fetales en dos días. El equipo de la FDA consideró que esta hazaña era imposible si se realizaba de forma adecuada y precisa. Las principales preocupaciones en relación con los quince estudios giraban en torno a la falta de detalles en los informes y a las condiciones variables de las pruebas. La FDA decidió designar a una organización independiente para que siguiera investigando las irregularidades y la fiabilidad de los estudios de Searle relativos a la seguridad.

A petición de Merrill, el fiscal federal de los Estados Unidos Samuel Skinner fue designado para dirigir la investigación sobre las irregularidades encontradas en los estudios de G. D. Searle. Sin embargo, el plazo de prescripción de cinco años se acercaba rápidamente, por lo que la investigación debía realizarse con celeridad. Una vez transcurrido el plazo de prescripción, la investigación y cualquier posible sanción no podría ser perseguido. Skinner fue designado para actuar con rapidez y eficacia en el caso con el fin de revelar la verdad sobre la seguridad del aspartamo. En medio de la investigación, el bufete Sidley Austin, abogados de G. D. Searle, se puso en contacto con Skinner y le ofreció un puesto en su empresa. Mediante la persuasión y una compensación económica, Sidley Austin consiguió convencer a Skinner de que renunciara a su actual puesto en la fiscalía federal, dejando la investigación sin jefe. A falta de un sustituto inmediato, el proceso se estancó y finalmente se sobreseyó al haber prescrito.

Rumsfeld contratado para salvar G.D. Searle
Consciente de que se enfrentaba a la adversidad, G. D. Searle contrató a Donald Rumsfeld como nuevo Director General con la esperanza de que su poder político y su liderazgo pudieran renovar la empresa. Rumsfeld no era un desconocido en Washington. En 1962, se presentó como candidato al 13º distrito del Congreso de Illinois por el partido republicano y ganó con una victoria aplastante. Durante su estancia en el Congreso, sus colegas le describieron como un político agudo y agresivo. Rápidamente se cansó de su posición congresal y tras ocupar otros cargos, en 1975 se convirtió en el Secretario de Defensa más joven. Cuando el demócrata Jimmy Carter asumió el cargo en 1977, Rumsfeld se quedó sin trabajo y decidió aceptar el puesto en G. D. Searle. Con múltiples conexiones en  Washington, Rumsfeld prometió no detenerse ante nada hasta que la empresa saliera de apuros y volviera a prosperar. Parte del plan de Rumsfeld consistía en vender las divisiones de bajo rendimiento y centrarse en los productos con mayor demanda. Se centró sobre todo en el aspartamo, pero era necesaria la aprobación antes de que el sustituto del azúcar se convirtiera en una fuente de ingresos.

Tras la publicación del Informe Bressler en 1977, Searle volvió a estar bajo la lupa de la FDA. Un grupo de trabajo de la FDA dirigido por Jerome Bressler examinó tres estudios cruciales y encontró abundantes pruebas cuestionables y una indiscutible negligencia por parte de los científicos de Searle. Los retrasos en las autopsias dejaron muchas ratas muertas con niveles de calidad insuficientes para una observación válida, por lo que simplemente se desecharon. En los informes, varios animales fueron anotados muertos y luego referenciados de nuevo como vivos semanas más tarde. Una enfermedad infecciosa, que aquejaba a muchos de los animales en cuestión, quedó sin notificar. Los detalles patológicos de treinta ratas presentados a la FDA no coincidían con la documentación registrada durante el estudio real. Además, los animales estudiados no estaban permanentemente etiquetados, lo que permitió numerosos casos de documentación inexacta e incertidumbre. En un experimento, faltaban los datos de quince fetos examinados en los informes presentados a la FDA. Las normas y los grupos de control de cada estudio no se establecieron hasta después de que muchos experimentos hubieran comenzado, y varios protocolos cambiaron a mitad de los exámenes. Ninguna de estas discrepancias importantes se comunicó a la FDA. Jerome Bressle informó al Senado:

“Dada la importancia de este estudio, ¿por qué no se tuvo mayor cuidado? El estudio es muy cuestionable debido a nuestros hallazgos. ¿Por qué Searle, con sus científicos, no evaluó esto de cerca, sabiendo perfectamente que toda la sociedad, desde los más jóvenes hasta los ancianos, desde los enfermos hasta los que no lo están, todos tendrán acceso a este producto.”

Los resultados del Informe Bressler llevaron a la FDA a iniciar una nueva investigación para corroborar sus conclusiones. Una toxicóloga de la FDA, Jacqueline Verrett, dirigió un grupo de trabajo de cinco miembros. Este equipo se enfrentó a la difícil tarea de demostrar que G.D. Searle manipuló deliberadamente las pruebas para obtener la aprobación de la FDA para el aspartamo. El problema que Verrett encontró fue que los experimentos y los datos eran tan defectuosos e inconsistentes que no se podían identificar incidencias específicas de mala conducta. Aunque la validez de muchos estudios era claramente incierta, no se pudo demostrar ninguna falsificación  intencionada de datos. Independientemente de los experimentos inadecuados de G. D. Searle, la FDA no pudo demostrar de forma indiscutible que la empresa hubiera presentado deliberadamente datos inexactos. Según sus informes ante el Senado, Verrett se sentía frustrada por la incapacidad de la FDA para actuar basándose en las conclusiones del Informe Bressler. Explicó que su misión no era cuestionar la validez de los datos presentados por G. D. Searle, sino demostrar el engaño intencionado de los científicos de Searle. Debido al gran número de incoherencias que se produjeron durante su investigación, era imposible señalar detalles concretos de información falsificada. Concluyó afirmando que, independientemente de los motivos que había detrás de los datos contradictorios e incompletos, creía firmemente que la seguridad del aspartamo no había sido confirmada satisfactoriamente y debía seguir estudiándose.

Presionada por Olney y Turner, la FDA convocó finalmente una comisión pública de investigación en 1979 para revisar las declaraciones de propiedades saludables del aspartamo. Las dos cuestiones sometidas a escrutinio eran si el aspartamo aumentaba el riesgo de daño cerebral o retraso mental y si la ingestión de aspartamo provocaba tumores cerebrales en animales, concretamente en ratas. Tras analizar las cuestiones, la junta debía decidir si este aditivo debía seguir utilizándose en los alimentos y, en caso de que no se revocara la autorización, si debían exigirse etiquetas de advertencia en los productos que contuvieran aspartamo.

La junta se reunió tres veces y debatió ambas cuestiones, haciendo hincapié en abordar los riesgos del aspartamo como carcinógeno conocido. Ante la falta de pruebas suficientes sobre la seguridad del aspartamo, la Junta concluyó que el edulcorante artificial debía prohibirse.

La Junta se mostró especialmente alarmada por dos estudios conocidos como E33 y E70. En el E33, se sometió a 320 ratas a pruebas de laboratorio para determinar si eran cancerígenas. En el E33, se alimentó a 320 ratas con aspartamo. En comparación con el grupo de control, las ratas expuestas al producto químico sufrieron un número significativamente mayor de tumores cerebrales. El E70 reveló cantidades anormalmente altas de tumores cerebrales tanto en el grupo de aspartamo como en el de control, lo que llevó a la junta a creer que ambos grupos habían estado expuestos a la sustancia. Basándose en las pruebas disponibles, en 1980 la Junta Pública de Investigación acordó por unanimidad rechazar la aprobación del aspartamo hasta que pudieran completarse más pruebas.

La puerta giratoria de los empleados de la FDA empieza a girar 
Como prometió Rumsfeld, no se oponía a utilizar la influencia política para ayudar a su empresa. Como miembro del equipo de Ronald Reagan, su poder en Washington volvió a ser evidente. Reagan juró su cargo el 20 de enero de 1981 y al día siguiente G. D. Searle volvió a presentar su solicitud de aprobación  del aspartamo como aditivo alimentario. Utilizando su prestigio político y experiencia poco después de la toma de posesión del nuevo Presidente, Rumsfeld
alentó a Reagan a sustituir al actual comisionado de la FDA, Jere Goyan. Reagan, bajo la dirección de Rumsfeld, nombró a Arthur Hull Hayes Jr. como nuevo comisario de la FDA en abril de 1981. Hayes no tenía  experiencia con aditivos alimentarios antes de aceptar su trabajo con la FDA. A pesar de su falta de cualificación, Hayes tenía una relación con Rumsfeld por haber trabajado juntos en la guerra química para el Departamento de Defensa. Apenas dos meses después de su nombramiento el 15 de julio de 1981, Hayes hizo caso omiso de la decisión unánime y las recomendaciones de la Junta Pública de Investigación al aprobar el uso del aspartamo en alimentos secos.

Hayes admitió que le hubiera gustado que se hubieran realizado más estudios, pero no creía que hubiera pruebas suficientes para retrasar más la fabricación del aspartamo. “No estoy preparado para decir que el aspartamo no entraña ningún riesgo, pero creo que se ha demostrado que no existe un riesgo significativo”, concluye Hayes.

G. D. Searle empezó a comercializar inmediatamente el aspartamo. D. Searle comenzó inmediatamente a comercializar el aspartamo como una alternativa segura a la sacarina. Los productos que contenían aspartamo debían estar claramente etiquetados, pero, a diferencia de la sacarina, no requerían una etiqueta de advertencia que indicara los posibles efectos secundarios. A pesar de su reciente éxito, G. D. Searle no se conformó con la aprobación para uso en seco e inmediatamente inició el proceso para obtener la aprobación para su uso también en bebidas carbonatadas.

G. D. Searle presentó una petición el 27 de septiembre de 1982 para el uso de aspartamo en bebidas carbonatadas. En declaraciones públicas, Searle declaró que el producto químico había sido probado y se había encontrado estable en las bebidas gaseosas. En el momento de la petición, Sudáfrica y Canadá ya habían aprobado el uso del aspartamo para el consumo humano en bebidas carbonatadas. Aunque se presentaron varias objeciones ante la FDA, se desestimaron y se denegó una audiencia pública debido a la falta de pruebas sobre su seguridad. Los tribunales argumentaron que las cuestiones de seguridad se habían resuelto durante la aprobación inicial del aspartamo en 1981 y no era necesario volver a examinarlas.

En 1983, sin pruebas significativas en contra de la seguridad del aspartamo en forma líquida, Hayes aprobó su uso en bebidas y jarabes.  Varios meses después de la aprobación del aspartamo en forma líquida, Arthur Hull Hayes Jr. dimitió como comisionado de la FDA tras ser investigado personalmente en relación con irregularidades en sus vales de viaje.39 Se descubrió que Hayes se estaba beneficiando, concretamente del uso de un jet privado propiedad de General Food Corporation, uno de los principales distribuidores y usuarios de NutraSweet. Aceptar incentivos de una empresa tan estrechamente relacionada con su reciente aprobación hizo que la FDA y muchos de sus colegas cuestionaran su neutralidad e integridad. En 1986, Hayes aceptó un puesto en E. M. Industries y trabajó como asesor científico principal de Burson-Marsteller. La empresa de relaciones públicas Burson-Marsteller representaba a NutraSweet y a varios usuarios importantes de aspartamo, pero Hayes afirmó no haber hablado del aspartamo durante su estancia en la empresa y no se pudo documentar ninguna prueba sustancial de mala conducta.40
Desde la aprobación inicial del aspartamo en 1974 hasta la aprobación final en 1983, se produjeron muchos cambios en el personal de la FDA.

Hayes y Rumsfeld no fueron los dos únicos funcionarios que participaron simultáneamente en el gobierno y en las grandes empresas. Varios funcionarios involucrados en las decisiones clave sobre la situación del aspartamo dejaron sus puestos de trabajo con la FDA y aceptaron puestos en empresas estrechamente vinculadas al aspartamo y su producción. Sherwin Gardner firmó su aprobación en 1974 y dimitió de la FDA en 1979 para aceptar un puesto como vicepresidente de Grocery Manufacturers of America, Inc, un gran distribuidor de aspartamo. Stuart M. Pape fue Asistente Especial del Comisionado de la FDA de 1976 a 1979, pero más tarde lo abandonó para ocupar un puesto en el bufete de abogados Patterson Patterson en el bufete de abogados Patton, Boggs y Blow, un bufete que trabajó estrechamente con la National Soft Drink Association, muchas veces en relación con el aspartamo. El Dr. Howard R. Roberts trabajó como Director Adjunto de la Oficina de Alimentos. Durante su empleo, trabajó estrechamente con la Junta Pública de Investigación en 1980 y personalmente revisó los estudios de G. D. Searle relativos a la seguridad del aspartamo. En 1978, Roberts dejó el cargo para convertirse en Vicepresidente de Ciencia y Tecnología de la National Soft Drink Association. Robert A. Dormer fue abogado litigante de Health and Human Services entre 1976 y 1979, participando en varios casos relacionados con el aspartamo.

Tras dejar su cargo, Dormer fue contratado por el bufete de abogados Hyman, Phelps y McNara, empresa que asesoraba legalmente a G.D. Searle. Los cuatro hombres se pusieron en contacto con la FDA tras su dimisión en nombre de sus nuevas empresas, pero sólo se confirmó que Roberts, Pape y Dormer habían hablado del aspartamo. En última instancia, estos hombres aceptaron puestos de prestigio en empresas con las que se habían comunicado y a las que habían ayudado durante su empleo en la FDA. La aparentemente rápida confianza y responsabilidad otorgada a estos hombres por sus nuevos empleadores revela y enfatiza aún más la delgada línea que separa a las grandes empresas de los funcionarios del gobierno.

La aprobación del aspartamo afecta al mercado de edulcorantes
A pesar de la posible corrupción que conllevó su aprobación, la popularidad del aspartamo creció exponencialmente. En 1983, el sustituto del azúcar Equal dominaba el mercado de los edulcorantes de mesa con un valor neto de 150 millones de dólares, superando al antiguo líder Sweet’N Low, a base de sacarina. Las empresas de refrescos tomaron nota del nuevo edulcorante artificial y se adaptaron en consecuencia. Entre las ventajas del cambio a los sustitutos del azúcar estaba el hecho de que, a diferencia de la sacarina, el aspartamo no requería etiqueta de seguridad en 1983. Además, el aspartamo atraía a los diabéticos porque su composición proteica no requería insulina para ser metabolizado. Por último, este sustituto sabía más a
que otros edulcorantes y costaba una fracción del precio del azúcar puro. Aun así, el aspartamo seguía siendo considerablemente más caro que su competidor, la sacarina. Para maximizar los beneficios, Coca-Cola y Royal Crown anunciaron que utilizarían una combinación de los dos edulcorantes artificiales en sus productos bajos en calorías. En 1984, sólo un año después de que se aprobara por completo, se consumieron 6,9 millones de libras de aspartamo en Estados Unidos. Una década antes, las acciones de Searle habían caído en picado después de que se asociara el cáncer con el aspartamo. Tras contratar a Donald Rumsfeld, que influyó en la aprobación final del aspartamo en 1982, G.D. Searle recuperaró su impulso. NutraSweet se convirtió rápidamente en una parte muy rentable de G. D. Searle y, entre 1981 y 1982, las ventas aumentaron de 13 a 74 millones de dólares. En 1983, las ventas alcanzaron los 336 millones de dólares, y NutraSweet fue responsable del 34% de los beneficios de Searle ese año. La rápida expansión del mercado de productos dietéticos hizo que los consumidores se preocuparan menos por la seguridad y que G. D. Searle prosperara económicamente.

Aunque muchos consumidores estadounidenses quedaron cautivados por el nuevo edulcorante artificial, algunos escépticos siguieron sin estar convencidos de su seguridad y continuaron investigando activamente los efectos del aspartamo, especialmente en forma líquida.

El Dr. Woodrow Monte dedicó su vida a estudiar los ingredientes y productos alimentarios y su impacto en la salud humana. Tras realizar varios experimentos en la Universidad Estatal de Arizona, Monte descubrió que el aspartamo, especialmente en forma líquida e inestable, causaba peligros para la salud muy superiores a los documentados. Presentó una objeción contra la aprobación del aspartamo en los refrescos por su relación con la intoxicación por metanol. La ingestión de tan sólo dos cucharaditas de metanol puede ser mortal para los seres humano, sin embargo, Monte encontró que el metanol es un componente que se encuentra en el aspartamo. Cuando se consume, el metanol se libera en el intestino delgado después de que la hidrólisis del grupo metilo descomponga el dipéptido.

Unas horas después del consumo, aproximadamente el diez por ciento del aspartamo consumido se convierte en metanol y entra en el torrente sanguíneo. Además, dado que el aspartamo en forma líquida no es estable, los refrescos almacenados tienen la capacidad de descomponerse por sí solos y liberar metanol, especialmente cuando se exponen a altas temperaturas. Es poco probable que el metanol ingerido durante un consumo moderado de aspartamo cause la muerte, pero Monte explicó que la cantidad encontrada en tan sólo un litro de refresco light es significativamente superior a la recomendación límite diaria de la Agencia de Protección Medioambiental.
Monte comparó los efectos secundarios de la exposición excesiva al metanol encontrados en los informes del Servicio de Salud Pública con los síntomas reportados en las quejas de los consumidores de aspartamo. Tras estudiar a las personas expuestas a ambientes con alto contenido de metanol, los Servicios de Salud Pública descubrieron que la exposición al metanol podía provocar dolores de cabeza, mareos, entumecimiento y multitud de problemas de visión. Cientos de consumidores de aspartamo informaron de síntomas similares a los Centros para el Control de Enfermedades de Atlanta. Con estos datos, Monte estaba seguro de que las similitudes no eran casualidad. Aunque reconocía que beber un refresco dietético ocasionalmente, o incluso con regularidad, no sería letal, la falta de experimentos a largo plazo que documentaran los efectos del consumo regular de metanol le preocupaba.
Los hallazgos de Monte le llevaron a solicitar una audiencia pública sobre la seguridad del aspartamo en las bebidas.

Después de que sus hallazgos se difundieran por toda la comunidad de la Universidad Estatal de Arizona, G. D. Searle envió grupos de presión a los legisladores de Arizona, lo que provocó que se denegara la solicitud de audiencia de Monte. Searle respondió a los resultados alegando que las frutas y verduras liberan más metanol de forma natural que el aspartamo. Monte replicó explicando que el metanol liberado de forma natural por frutas y verduras también va acompañado de una liberación de etanol, que contrarresta el metanol en el cuerpo, haciendo que el consumo sea mucho menos peligroso. La descomposición del aspartamo no contiene etanol para contrarrestar el metanol. Sin embargo, sin el apoyo de la FDA, Monte no pudo continuar con sus alegaciones. Aun así, sus investigaciones y conclusiones fueron ampliamente difundidas, lo que animó al gobierno a investigar de nuevo la seguridad del aspartamo. Aún hoy, Monte sigue investigando y publicando libros y artículos para informar al público en general de los posibles riesgos del aspartamo para la salud.

La seguridad vuelve a preocupar
El senador de Ohio Howard Metzenbaum propuso la Ley de Seguridad del Aspartamo de 1985, que exigía la divulgación de la cantidad de aspartamo presente en cualquier producto. Conocido por sus opiniones liberales y su apoyo a los sindicatos, Metzenbaum no estaba satisfecho con la forma en que las grandes empresas manipulaban la aprobación de la seguridad del aspartamo. La motivación de Metzenbaum para presentar el proyecto de ley se basaba en los hallazgos de Monte. Pensó que advertir a los consumidores de la cantidad de aspartamo que se encuentra en los productos alimenticios podría ayudar a educar al público sin prohibir la sustancia por completo.

Con la existencia de varias demandas contra G. D. Searle, junto con cientos de quejas presentadas ante los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el potencial de daño cerebral detectado tras el consumo de grandes cantidades de aspartamo, Metzenbaum se mostró convencido de que el aspartamo era una sustancia peligrosa hizo hincapié en la necesidad de un etiquetado adecuado. Desgraciadamente, tras ser enviado al pleno del Senado, el proyecto fracasó por 68 votos a favor y 27 en contra.

Cuando se le preguntó por la reacción y las quejas de los consumidores de aspartamo, G. D. Searle respondió que en realidad esperaban más quejas de las que recibieron. De 70 millones de usuarios, sólo seiscientos consumidores presentaron quejas formales. En todas las entrevistas que hacían referencia a los efectos secundarios nocivos causados por el aspartamo, los empleados de G.D. Searle rechazaban los síntomas como una coincidencia y siempre apoyaban la seguridad del producto químico. En 1985, el Dr. Sturtevant de G.D. Searle declaró al New York Times: “No nos oponemos a que la FDA exija el etiquetado cuantitativo de los ingredientes alimentarios en general, pero sí a que la FDA señale el aspartamo porque no hay pruebas científicas que sugieran que sea necesario.”

Incluso sin el apoyo de la FDA, los escépticos del aspartamo han seguido investigando sus efectos indeseables a lo largo de las últimas décadas. En un artículo en el Star Tribune, los Institutos Nacionales de Ciencias de la Salud Ambiental reveló que sus científicos habían solicitado subvenciones para seguir investigando el aspartamo sin la influencia de la empresa NutraSweet. Estas solicitudes se presentaron entre 1980 y 1994, pero la FDA denegó las cuatro propuestas porque los funcionarios insistieron en que ya se había demostrado que el producto era seguro y, a menos que se aportaran nuevas pruebas científicas (las pruebas adicionales serían redundantes). Al ser entrevistado sobre el tema, David Rall, que trabajó para el NIEHS durante 19 años, consideró que la oposición de nuevos estudios de seguridad por parte de la FDA como simplemente irresponsable. Rall y muchos otros científicos estaban de acuerdo en que era absolutamente necesario realizar pruebas actualizadas sobre un producto tan popular para garantizar su seguridad. El Dr. John Olney también continuó sus investigaciones y en 1996 publicó sus resultados en el Journal of Neuropathology and Experimental Neurology. Dichos estudios documentaban un sorprendente aumento de los tumores y el cáncer cerebrales desde la aprobación del uso del aspartamo en las bebidas carbonatadas en 1983. Olney estaba convencido de la relación entre ambos. Sin el apoyo de la FDA, sin embargo, gran parte del público en general seguía sin conocer estos hallazgos.

Aunque el aspartamo sigue suscitando una gran controversia, la preocupación por la salud no ha impedido el éxito de G. D. Searle. De hecho, NutraSweet se ha convertido en una empresa internacional que mueve miles de millones de dólares. El objetivo de NutraSweet siempre fue comercializar su producto directamente a los consumidores con publicidad positiva. Sus tácticas han tenido un gran éxito. En Estados Unidos se consumieron aproximadamente 17.100.000 libras de aspartamo en 1987, y la mayor parte de esa ingesta se produjo en forma de bebidas gaseosas dietéticas. Después de 1987, NutraSweet dejó de facilitar datos de consumo al USDA. 

Antes de que la patente de NutraSweet sobre el aspartamo finalizara en diciembre de 1992, la empresa negoció cuidadosamente con Coca-Cola Co. y Pepsi-Cola Co. para convencerlas de que firmaran un contrato en el que se comprometían a que NutraSweet siguiera siendo su fabricante preferido de aspartamo para utilizarlo en sus bebidas dietéticas. Este contrato garantizaba que NutraSweet mantendría su monopolio sobre la producción de aspartamo incluso después de que expirara su patente. Según Richard Nelson, portavoz de NutraSweet, en 1992 los refrescos eran responsables del setenta y cinco por ciento del aspartamo consumido en Estados Unidos. Un contrato con las dos mayores empresas de refrescos consolidó el prolongado éxito de NutraSweet.

Hoy, en el sitio web de NutraSweet, la empresa presume de la disponibilidad del edulcorante en más de 100 países y de su consumo por 250 millones de personas. Incluso con la introducción de un nuevo sustituto del azúcar de marca Splenda en 2000, el aspartamo sigue dominando el mercado.

Aunque últimamente se han emprendido pocas acciones legales contra el aspartamo, la creciente popularidad de Internet en los últimos veinte años ha permitido que los consumidores sean más conscientes de sus posibles efectos secundarios nocivos. En 1995, se creó un bulo en Internet para advertir a los consumidores de los peligros del aspartamo. El sitio web y los mensajes de correo electrónico eran muy inexactos y tendenciosos, pero el mensaje suscitó una conversación sobre los posibles síntomas relacionados con el consumo de la sustancia.

En la actualidad, numerosos blogs y sitios web se dedican a proporcionar “hechos” al respecto, y aunque pueden aportar información valiosa, muchas siguen estando plagadas de prejuicios. Si el lector puede navegar con éxito entre los hechos y el embellecimiento, estos sitios web pueden ser recursos útiles. Janet Starr Hall, autora de Sweet Poison, ha dedicado su vida a advertir al público sobre el aspartamo a través de su libro y su sitio web. Aunque su sitio web es obviamente antiaspartamo, se esfuerza por utilizar hechos que validen sus afirmaciones.

La tecnología ha expuesto a la sociedad estadounidense a un número infinito de opciones dietéticas diarias. La huella alimentaria de la nación se ha ampliado hasta límites inimaginables para las generaciones anteriores. Con la plétora de oportunidades y opciones, los consumidores deben tomar decisiones educadas sobre lo que meten en sus cuerpos. Este documento ilustra que, aunque el gobierno y la FDA se encargan de mantener los productos inseguros fuera del mercado, algunos todavía se cuelan a través de las grietas. Ningún sistema es perfecto y las grandes empresas seguirán influyendo en las decisiones gubernamentales si los ciudadanos no se involucran y optan por mirar hacia otro lado. Por desgracia, que un producto sea legal no significa necesariamente que sea seguro, sobre todo en grandes cantidades. Si se es consciente de los alimentos que se consumen y se educa al respecto, es de esperar que la gente consiga comer más sano y limitar la cantidad de sustancias químicas no seguras que contienen los alimentos. Como Michael F. Jacobson, Director Ejecutivo del Centro para la Ciencia en el Interés Público, declaró en 2006, “Para un producto químico que es utilizado por cientos de millones de personas en todo el mundo, debería ser absolutamente seguro, no debería haber ni una nube de duda.”


*Morgan Sykes, de Winchester (Virginia), cursa el penúltimo año en Virginia Tech. Se está especializando en historia y en psicología. Su pasión es trabajar con niños y, después de graduarse, tiene previsto cursar un máster en educación primaria con la vista puesta en la enseñanza a nivel elemental.


Para las  referencias de este artículo visite: https://vtuhr.org/articles/10.21061/vtuhr.v4i0.33


Disclaimer:   Coteje por usted mism@ y saque sus propias conclusiones. No me crea a mi. Revise el artículo original y las referencias adicionales.  Lo expuesto aquí tiene el único afán de estimularle a verificar sobre ciertos temas  que son fundamentales para su salud y calidad de vida. No hay conflictos de interés con el autor, las instituciones o el producto mencionado.


Referencias adicionales

  1. Artículo original en inglés. https://www.researchgate.net/publication/305289957_THE_ASPARTAME_CONTROVERSY_OF_1981_The_Hidden_Truth_Behind_the_Not-So-Sweet_Artificial_Sweetene
  2. Efectos de la administración oral crónica de aspartamo sobre la respuesta de citocinas en ratas albinas Wistar https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2213231714000640

  3. Anti-neuroinflammatory and antioxidant effects of N-acetyl cysteine in long-term consumption of artificial sweetener aspartame in the rat cerebral cortex. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2090989615000351
  4. Informe SERNAC  edulcorantes. https://www.sernac.cl/portal/607/articles-7387_archivo_01.pdf
  5. Lindseth GN et al, Neurobehavioral Effects of Aspartame Consumption. Res Nurs Health. 2014 Apr 3. doi: 10.1002/nur.21595. [Epub ahead of print] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24700203

  6. Konen, J. A., Sia, T. L., Czuchry, M., Stuntz, P. M., Bahr, G. S., Barth, T. M., Dansereau, D. F. (2000, November). Perceived memory impairment in aspartame users. Presented at the Society for Neuroscience 30th Annual Meeting, New Orleans, LA.

  7. Direct and indirect cellular effects of aspartame on the brain. European Journal of Clinical Nutrition, 62, 451–462. doi: 10.1038/sj.ejcn.1602866 [v] Rycerz, K., & Jaworska-Adamu, J. E. (2013).

  8. Effects of aspartame metabolites on astrocytes and neurons. Folia Neuropathologica/Association of Polish Neuropathologists and Medical Research Centre. Polish Academy of Sciences, 51, 10–17.

  9. Adverse reactions to aspartame: Double-blind challenge in patients from a vulnerable population. Biological Psychiatry, 34, 13–17. doi: 10.1016/0006-3223(93)90251-8 [iv] Humphries, P., Pretorius, E., & Naude, H. (2008)
  10. Walton, R., Hudak, R., & Green-Waite, R. (1993). Adverse reactions to aspartame: Double-blind challenge in patients from a vulnerable population. Biological Psychiatry, 34, 13–17. doi: 10.1016/0006-3223(93)90251-8

  11. Humphries, P., Pretorius, E., & Naude, H. (2008). Direct and indirect cellular effects of aspartame on the brain. European Journal of Clinical Nutrition, 62, 451–462. doi: 10.1038/sj.ejcn.1602866

  12. Rycerz, K., & Jaworska-Adamu, J. E. (2013). Effects of aspartame metabolites on astrocytes and neurons. Folia Neuropathologica/Association of Polish Neuropathologists and Medical Research Centre. Polish Academy of Sciences, 51, 10–17.

  13. http://actualidad.rt.com/ciencias/view/112464-monsnato-educlorantes-aspartamo-peligro-muerte

  14. http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=66

  15. http://verdadahora.cl/los_peligros_del_toxico_aspartamo.html 

  16. http://www.terra.org/categorias/articulos/es-el-aspartamo-e951-cancerigeno

  17. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/B9780128152386000237

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *